Sunday, September 29, 2013

Estimados Amigos

Las Enseñanzas es preciso saberlas presentar segun el nivel de quien las recibe. Es lo que hacía Cristo poniendo ejemplos sencillos como la fe y el grano de mostaza, el vino nuevo en odres viejos, etc... En esta carta 80 a los Estudiantes Max Heindel hace una analogía entre las llaves y las tuercas....

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 La Carta 80 completa a continuación

Recientemente nos llegó una carta de Seattle que ofrece una buena sugestión para ser utilizada. Nos escribe un amigo: "Penetré uno de estos días en la biblioteca de la ciudad de Ballard y pedí el Concepto Rosacruz del Cosmos. Antes de marcharme busqué las páginas de la tabla de alimentos y se las enseñé a la señorita bibliotecaria. Al enseñarla la tabla dije: "He aquí una tabla de alimentos valiosa." Ella, después de examinarla, contestó: "¡Cuántas veces me han pedido una tabla como ésta!" Entonces se me ocurrió que  otros estudiantes que penetrasen en otras bibliotecas pidiendo el "Cosmos" podrían hacer lo mismo que yo hice., El bibliotecario clasificaría entonces el libro como conteniendo materias sobre la salud. y los alimentos, y de esta manera llegaría a las manos de algunos que buscan con afán la luz que contiene."
Esto es realmente cierto en una extensión mucho mayor de la que comúnmente podríamos suponer.
Maravillosos son los caminos, los medios y los lugares en que la Luz nos llega, no solamente aunque no la busquemos conscientemente, sino cuando afirmamos que ninguna luz ni cosa que se le parezca, en sentido espiritual, existe y aún tachamos de farsantes a aquellos que la siguen.
Para mí ha sido a menudo una inspiración y un manantial de estímulo pensar en el viaje de Pablo a
Damasco. Era un hombre que se envanecía del celo con que perseguía a los santos. Nadie más diligente que él en derribar lo que creía una condenable herejía. Pero las almas fuertes son las queridas de los dioses, tanto si laboran para el bien como para el mal, porque aquella energía indomable, irresistible, que las empuja a la acción, aunque usada temporalmente para malos propósitos, serán igualmente fuertes y poderosos al dirigirse por las avenidas del bien. Pablo era, así, un favorito especial de los dioses y recibió, por consiguiente, una luz tan poderosa que le dejó ciego precisamente cuando la iba buscando, es decir, durante su camino a Damasco. Entonces le fueron dados una comprensión y un conocimiento superiores en mucho a los de cualquier otro apóstol. Se le escogió para una misión especial y se le hizo el don particular de la visión espiritual y de la habilidad de ser todas las cosas para todos los hombres.
Con harta frecuencia se quejan nuestros estudiantes de que no pueden hacer comprender las enseñanzas Rosacruces a sus allegados o parientes. Una demostración fácil de comprender se me ocurrió el otro día mirando la caja de herramientas de Mount Ecelesia.
En ella había un buen número de llaves inglesas, grandes algunas, más pequeñas otras, apropiada cada una para ajustarse a un tornillo o tuerca determinada; había unas cuantas, también, que podían ajustarse a varias  medidas. Se me ocurrió entonces al ver estas últimas que una llave de esta clase muy pequeña puede ser, algunas veces, de mucha más utilidad que otra de mayores dimensiones; todo depende de la medida de la tuerca. Para una tuerca pequeña se necesita una llave pequeña y una grande para una tuerca grande también.
De igual modo, al encontrarnos en el mundo con otros individuos, debemos medirles atentamente y ver lo que requieren. Muchos de nosotros han estudiado a fondo las enseñanzas de los Misterios y han adquirido un profundo conocimiento de estas materias. Podemos compararnos a las llaves inglesas grandes perfectamente inútiles para dar vuelta a los tornillos pequeños, es decir, a los ignorantes que no han experimentado en lo más mínimo, este conocimiento. En tales casos no debemos lanzar al viento nuestro profundo conocimiento,
hablando por encima de las cabezas del auditorio, sino que debemos procurar de descender a su nivel y
explicar las cosas de la misma manera elemental como nos fueron explicadas al principio a nosotros.
En otras palabras, debemos ser ajustables, como algunas de las llaves de la caja de herramientas. Al
enfrentarnos con un auditorio de extraños debemos descender completamente a su nivel y usar el más simple lenguaje posible. Por el contrario, al encontrarnos con estudiantes más antiguos, en una clase con alumnos capaces de abarcar los más profundos problemas, podemos extendernos todo lo que nuestra habilidad nos permita, con considerable provecho y beneficio para nosotros mismos y para todos los que nos escuchen.
Mas por encima de todo, debemos aprender, como Pablo, a ser todas las cosas para todos los hombres, si no queremos perder el objetivo que perseguimos, es decir, el llevar la luz a las almas que la buscan.




Hola Amigos, empezamos hoy la publicación en audio, formato mp3, algunos escritos de interés extraidos de la Obra de Max Heindel

En esta ocasión, se trata de la actitud rosacruz hacia la oración, tal cual está explicado en la pregunta 166 del libro Filosofía Rosacruz en Preguntas y Respuestas Vol II

Usted puede escuchar acá el contenido
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PREGUNTA Nro. 166
DE LA ORACIÓN

¿Cuál es la actitud Rosacruz hacia la oración, a la luz de las admoniciones Biblicas?
Respuesta: En cierto lugar la Biblia nos aconseja orar sin cesar. En otro Cristo repudia la
práctica diciendo que no debemos imitar a los que creen que son oídos por sus muchas
palabras. No puede haber, por supuesto, ninguna contradicción entre las palabras de Cristo y
las de Sus discípulos, y debemos por consiguiente reconstruir nuestras ideas de la oración de
tal manera que podamos orar siempre, y no obstante, sin expresión verbal o mental
voluminosa. Emerson dijo:

"Although your knees were never bent,
To heaven your hourly prayers are sent
And be they formed for good or ill,
Are registered and answered still."

Aunque tus rodillas nunca se doblen,
Al cielo tus frecuentes oraciones son enviadas,
Y ya sean hechas para bien o para mal,
Son recibidas y siempre contestadas.

En otras palabras, cada acto es una plegaria que, bajo la ley de causa y efecto, nos trae los
resultados adecuados. Obtenemos exactamente lo que necesitamos. La expresión en palabras
es innecesaria, porque la acción sostenida en cierto lineamiento indica lo que deseamos, aun
cuando nosotros mismos no lo comprendamos, y con el tiempo, largo o corto, de acuerdo con
la intensidad de nuestros deseos viene aquello por lo cual hemos orado.
Las cosas así obtenidas o logradas pueden no ser lo que real y conscientemente deseamos. De
hecho algunas veces podemos obtener algo de lo cual procuraríamos deshacernos pronto, algo
que es una maldición y un azote pero la oración-acto nos la ha traído y debemos aceptarlo
hasta que legítimamente podamos librarnos de ello. Si lanzamos una piedra al aire, el acto no
está completo hasta que la reacción ha devuelto la piedra a la tierra. En ese caso el efecto
sigue a la causa tan rápidamente que no es difícil notar la conexión entre los dos.
Sin embargo, si le damos cuerda a un reloj despertador, la fuerza queda almacenada en la
cuerda hasta que la libere un cierto mecanismo. Luego viene el efecto -el reteñido de la
campanilla- y aunque podamos haber estado durmiendo el sueño de los justos, la reacción o
desenrollamiento de la cuerda tiene lugar de todas maneras. Similarmente, las acciones que
hemos olvidado alguna vez producirán sus resultados siempre, y de este modo es contestada la
plegaria de acción.
Empero, existe la verdadera oración del místico -la oración en la cual nos encontramos con
Dios cara a cara, como Elías lo hizo. No le hallamos en el tumulto del mundo, ni en el viento,
ni en el terremoto, ni en el fuego, sino que cuando todo está quieto la voz silenciosa nos habla
interiormente. Sin embargo, el silencio que se requiere para esta experiencia no es un mero
silencio de palabras. No existen ni siquiera las imágenes internas que frecuentemente pasan
ante nosotros en la meditación, ni tampoco pensamientos, sino que nuestro ser entero se
asemeja a un lago tranquilo y transparente como un cristal. En él la Deidad Misma se refleja y
experimentamos la unidad que hace innecesaria la comunicación por palabras o por cualquier
otra forma. Sentimos todo lo que Dios siente. El está más cerca que nuestras manos y pies.
El Cristo nos enseñó a decir “Padre Nuestro que estás en los cielos”, etc. Esa plegaria es la
más sublime que pueda ser expresada en palabras, pero esta oración de la que estoy hablando
puede en el momento de la unión expresarse a sí misma en la palabra no hablada "Padre". El
devoto, cuando está verdaderamente en disposición de orar, nunca va más allá. No hace
peticiones, porque, ¿qué utilidad tiene? ¿No tiene la promesa de que "El Señor es mi pastor;
nada me faltará”? ¿No se le ha dicho que busque primero el reino de Dios y todas las demás
cosas serán dadas por añadidura? Su actitud puede ser mejor comprendida, tal vez, si tomamos
el símil de un fiel perro que mira con muda devoción la cara de su amo, saliéndosele el alma
entera por los ojos amorosamente. De parecida manera, sólo que, por supuesto, con mucha
mayor intensidad, el verdadero místico contempla al Dios interno y se explaya en silenciosa
adoración. De este modo podemos orar sin cesar, internamente, al mismo tiempo que
laboramos como celosos servidores en el mundo externo; porque recordemos siempre que no
se quiere decir que nos pasemos la vida soñando. Al mismo tiempo que oramos a Dios
interiormente, también debemos trabajar para Dios exteriormente.